Arte español en la Ruta de la Seda

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Desde su Arzúa natal, una de las últimas paradas del Camino de Santiago, Joel Blanco tomó un rumbo en sentido inverso que le ha llevado hasta otra de las rutas más famosas del mundo, la de la seda. A sus 33 años, este pintor gallego desarrolla su carrera artística en China, donde sus cuadros se inspiran en las antiguas peregrinaciones budistas a su paso por Dunhuang, una de las escalas más legendarias de la Ruta de la Seda gracias a sus bellísimas cuevas de Mogao.

Desde el siglo IV hasta el XIV, aquí se cavaron en medio del desierto735 grutas, de las cuales 492 contienen más de 2.000 esculturas pintadas y 45.000 metros cuadrados de cuadros en sus paredes. En las otras 243 vivían y meditaban los 1.400 monjes, monjas, traductores, artistas y calígrafos que llegaron a tener sus 18 monasterios en su momento de máximo esplendor.

Cavadas en medio del desierto entre el siglo IV y el XIV, en Mogao hay 735 cuevas con más de 2.000 esculturas pintadas y 45.000 metros cuadrados de cuadros en sus paredes.

 

Debido a su posición como centro neurálgico e importante destino de peregrinación y estudio de la Ruta de la Seda, ricos mercaderes, poderosos gobernantes locales, influyentes caudillos militares y hasta emperadores efectuaban donaciones para construirse sus propios templetes, en cuyos murales y esculturas se reflejaba su vida. Durante mil años, en los que recibieron influencias artísticas de la India y Asia Central y de distintas dinastías como las Wei y Zhou septentrionales, laSui o la Tang, las grutas de Dunhuang se fueron extendiendo por 1.700 metros a lo largo de la pared de un cañón.

Declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987, hoy son la musa que inspira a Joel Blanco. “Me quedé prendado de la ciudad y de las cuevas, que estoy investigando y reinterpretando con mis obras”, me explica Blanco, quien llegó a Dunhuang en 2017 tras casarse el año anterior con su esposa, Si Cheng, que es china. Ambos se conocieron enMiami, donde Blanco había estudiado y se ganaba muy bien la vida pintando murales clásicos en las mansiones de los famosos. “Aunque el cambio fue grande, me gusta salir de la zona de confort”, recuerda el pintor, que se estableció primero en Suzhou, ciudad de la provincia costera de Jiangsu apodada la “Venecia de Oriente” por sus canales.

Pasando la mitad del tiempo en Suzhou y la otra mitad en Dunhuang, Blanco ha compuesto ya una vasta obra basada en motivos budistas que combina con formas contemporáneas, técnicas de vanguardia y ciertas influencias de Dalí y Velázquez. Muy apreciados por el público chino, sus cuadros se venden por entre 90.000 y 240.000 yuanes (entre 11.000 y 30.000 euros), como se vio en la Exposición Internacional sobre la Ruta de la Seda celebrada el pasado otoño en Dunhuang. Además, el joven pintor ha donado una de sus pinturas al museo de esta ciudad, donde planea abrir un centro cultural y de ocio como el que regenta en Suzhou, llamado Solonia. “La gente de aquí es muy hospitalaria y amable y el contacto con ellos es fácil y muy cercano”, se regocija Joel Blanco, quien ha encontrado el camino perfecto para su arte español en la mítica Ruta de la Seda.