«Creemos que Occidente es el centro del mundo porque somos idiotas, las cosas importantes pasan ya en otra parte»

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El historiador asegura que Asia se ha convertido ya en el nuevo centro del mundo gracias las ‘Nuevas Rutas de la Seda’ y critica la estrechez de miras de Occidente.

«El nuevo mundo que está despertando lleva décadas formándose, pero todavía no nos habíamos hecho las preguntas que tendríamos que habernos hecho».

«Europa se ha convertido en una sociedad postcolonial que piensa obsesivamente en sí misma»

Ni la guerra comercial con EEUU ni las protestas en Hong Kong ni las exigencias de Naciones Unidas en materia de derechos humanos van a ser capaces de frenar el ascenso de la República Popular China. El historiador Peter Frankopan (Inglaterra, 1971) lleva años estudiando el despertar de este gigante asiático y tratando de explicar los motivos por los que ha aumentado el PIB global en Asia.

«Ya vivimos en el siglo asiático», asegura Frankopan en su nuevo libro: Las nuevas rutas de la seda. Presente y futuro del mundo (Crítica). En su ensayo, el catedrático de Historia Global de la Universidad de Oxford repasa los procesos de colaboración en Asia bajo el paraguas del presidente chino Xi Jinping y de una red de relaciones comerciales e inversión basada en las tradicionales rutas de la seda.

Defiende en este libro que se aproxima un mundo nuevo. Un orden mundial centrado en Asia y una nueva realidad que Occidente parece no querer asumir. ¿No lo estamos viendo o preferimos mirar hacia otro lado?

Creo que es lógico que cada uno piense en su propio país, que se centre en España o en Europa o en la región en la que vive. Pero esa estrechez de enfoque, esa introspección, puede ser muy peligrosa en momentos de cambios profundos. El nuevo mundo que está despertando lleva décadas formándose, pero hasta ahora no nos habíamos estado haciendo las preguntas que nos tendríamos que haber hecho hace mucho tiempo.

¿Cómo se ha producido ese cambio? ¿Qué es lo que está desencadenando ese cambio en el tablero global?

Hay muchos factores que han influido. Si tenemos que fijar un momento preciso para el cambio, un buen punto de inicio podría ser la caída del muro de Berlín. Podemos debatir sobre ello, pero el colapso de la Unión Soviética tuvo importantes consecuencias para Europa, como la decisión de Polonia, la República Checa o el Báltico de unirse al oeste y alejarse de Rusia, y algo más drásticas para los Estados de Asia Central, sobre todo por el control de la energía y los recursos naturales, y para China, que prestó mucha atención a todo lo que estaba pasando en 1991. Durante los últimos 30 años, los cambios más importantes se han generado en Asia.

¿Qué factor explica mejor el nuevo orden mundial: la disgregación de Occidente o la colaboración en Asia?

En realidad, no hay por qué elegir entre una de las dos opciones. Ambas están estrechamente vinculadas y lo que deberíamos preguntarnos es cómo están conectadas. Cabe recordar que mientras lanzamos un grito al cielo por la disgregación, las cosas no van del todo mal en Europa; y también es fácil caer en la simplificación con los procesos de colaboración en Asia y obviar los problemas de cooperación y las rivalidades geoestratégicas, económicas y políticas de la zona.

El historiador inglés Peter Frankopan, autor de ‘Las nuevas rutas de la seda’, en una imagen de archivo. JONATHAN RING / CEDIDA

Es bastante crítico con los líderes europeos, ¿por qué?

¿Me puede decir algún país de Europa o de Occidente que esté unido? ¿Creen que es bueno para su futuro o que así las próximas generaciones serán más ricas o más felices? ¿Dónde tenemos líderes políticos que se hayan ganado la confianza de los votantes? O aún más importante: ¿puede mostrarme un solo país de Europa que tenga un plan coherente para el futuro? ¿Conoce a algún europeo de 18 años que hable un idioma no europeo y que no provenga de una familia inmigrante? Nos hemos convertido en una sociedad postcolonial que piensa obsesivamente en sí misma. Somos el reflejo del narcisismo más elevado, completamente separados de la realidad.

¿Qué camino debería seguir Europa y cuál debería ser su papel en este nuevo mundo?

Eso depende de lo que estemos hablando. ¿Hablamos solo de la Unión Europea o incluimos también a los países no comunitarios? ¿Qué tienen en común Grecia, Lituania o España? ¿Cree que estos países serán capaces de unirse a nivel continental frente a Rusia o China? ¿Y frente al cambio climático, la falta de agua o la escasez de alimentos? ¿Y frente a las pandemias mundiales? Nuestra historia, la historia de Europa, nuestro pasado, se forjó a base de guerras, de violencia y de competencia entre países. Ese es un pronóstico más sencillo de hacer que el de un futuro trabajando juntos.

¿Estamos ya inmersos en el siglo asiático? Y le pregunto esto porque desde Occidente no se tiene esa sensación. Parece que los tuits de Trump, las Cumbres del Clima o las decisiones de la ONU siguen siendo el centro del mundo.

Seguimos pensando que somos el centro del mundo porque somos idiotas. Los tuits de Trump nos atraen como a drogadictos, pero las acciones importantes están ocurriendo en otras partes del mundo, en lugares que ofrecen mayores oportunidades y desafíos. Que el precio del pan o del jamón ibérico en España suba (o baje) depende del poder adquisitivo y de los gustos de los mercados globales. China e India acumulan un mercado de más de dos mil millones de habitantes, así que cuando esos consumidores se enriquecen o cambian sus gustos, Europa y España se ven inevitablemente afectadas.

Nuestros avances militares, de seguridad o tecnológicos dependen sobre todo de Asia. Y si lo que queremos es evitar que el planeta se evapore y nos mate a todos, le sugiero que se centre más en las emisiones de Arabia Saudí, China, India e Irán antes de preocuparse por el reciclaje en Bilbao; si quiere mares limpios, centre sus esfuerzos en Filipinas antes que en Dinamarca. Sí, nuestra concepción del mundo es errónea. Nos equivocamos al admirar lo que vemos cuando nos miramos al espejo y al creer que somos lo único importante, que los demás están tan impresionados por lo que somos que quieren ser como nosotros.

Usted compara la ‘Iniciativa del cinturón y la ruta’ (OBOR, por sus siglas en inglés) con las viejas Rutas de la Seda. ¿En qué consiste exactamente esta iniciativa?

OBOR es muchas cosas, tal y como lo fueron las Rutas de la Seda. Ambos son conceptos muy útiles, pero que pueden significar a la vez una cosa concreta o un todo, lo que los hace difíciles de entender. No hay una respuesta simple, pero podríamos decir que es una iniciativa para promover y facilitar el intercambio comercial entre países.

China no se está limitando a invertir en países estrictamente asiáticos, también busca extender sus rutas hacia África o el Ártico. ¿Por qué? 

Han visto que Estados Unidos y Europa tampoco se limitan a cuidar sus propios «jardines traseros». África y el Ártico son fundamentales en términos de estrategia y recursos. Por ejemplo, Etiopía es el segundo mayor receptor de inversión china; es un país que tiene unos recursos naturales muy limitados, por lo que la simplificación sobre las motivaciones de China en África no sirve.

¿Por qué EEUU y Europa han ignorado sistemáticamente el potencial de África?

Eso tendrá que preguntárselo a nuestros representantes políticos. Quizás tenga que ver con nuestras experiencias coloniales y con nuestras limitaciones para comprender el mundo.

El primer ministro indio Nerendra Modi y el presidente chino Xi Jinping en una reunión informal en Mamallapuram (India). PTI / DPA / EUROPA PRESS

¿Han afectado las protestas en Hong Kong a las pretensiones de China con la ‘Iniciativa del cinturón y la ruta’?

No es muy buena publicidad, eso está claro. Pero, si se fija, las protestas han atraído muy poca atención en muchas partes del mundo. Ese es uno de los precios a pagar por mantener buenas relaciones con Beijing.

¿Es compatible la imagen de una China moderna con el internamiento de las minorías uigures musulmanes en campos de reeducación?

No creo que China proyecte una imagen de modernidad. De hecho, se refiere regularmente al pasado con referencias a las Rutas de la Seda y la idea de la China moderna como heredera de un reino que ha perdurado durante milenios. Uno de los elementos fundamentales de esa percepción es el papel de liderazgo de los han [el grupo étnico y cultural mayoritario en China] en comparación con otras minorías y cómo se trata a estas en la actualidad, en el pasado y como sospecho que se hará en el futuro.

¿Cree que se acerca el «ocaso» de Occidente? ¿Podemos hacer algo para evitarlo?

¿Podrían haber evitado los habitantes de las Américas el cambio que trajeron los europeos en la era de Cristóbal Colón y de aquellos que lo siguieron? Dedicaron tiempo a pensar, a planificaron y, sobre todo, a intentar comprender quiénes son estas nuevas personas. Calcularon los beneficios que les reportarían y el desafío que suponían, formularon un plan. Eso no funcionó en el siglo XVI. Y supongo que tampoco funcionará para nosotros.

Entrevista a Peter Frankopan, historiador 

El Diario.es