Jean-Nöel Robert descubre en su último libro la peligrosa aventura de los primeros mercaderes en llegar a oriente seducidos por fabulosas riquezas. Laura Galdeano
En el primer siglo de nuestra era, dos culturas tremendamente influyentes, en plena expansión, ubicadas en los extremos del mundo conocido y desconocidas entre sí entablan relaciones comerciales con la seda como objeto más codiciado. Mercaderes romanos llegaron a China en una peligrosa expedición, solo apta para aventureros, que propició el intercambio de mercancías, pensamientos y experiencias mucho antes de que Marco Polo pisase esos lugares.
«Fueron recibidos por el emperador Han en la capital, Chang-an, cerca de la Xian moderna. Era el final de un viaje extraordinario en el que, de Alejandría a la India a través de la Bahía de Bengala para la península de Malaca y las costas de Annam, tuvieron que hacer frente a todos los peligros para llegar hasta una China de fabulosas riquezas».
Así comienza esta página de la historia, hasta ahora pasada por alto, que nos desvela Jean-Nöel Robert(1949, París), latinista y experto en la historia de Roma, en el libro De Roma a China. La ruta de la seda en época de los césares.
Robert, tras un intenso trabajo de documentación basado en la traducción de textos latinos, griegos y anales chinos de la época, describe esos encuentros y la vida de ciudades antiguas ya desaparecidas y de sus gentes.
Un libro ágil y envolvente, que ha sido traducido en más de una treintena de lenguas, incluyendo China, Japón y Corea. Según admite el autor, destinado «a todos aquellos que tengan curiosidad por los acontecimientos poco conocidos de la historia». Pero principalmente y como recalca Robert, se trata de «una extraordinaria aventura humana que todos los apasionados de la historia disfrutarán al descubrir».