DE SEDA Y ACERO

Acciones: Certamen Literario

Contar una historia es complicado cuando tiene tanta  implicación emocional, aún recuerdo aquel momento que resonó en mis oídos como si fuera el gong, , “Tienes cáncer”, pensé “no puede ser verdad, se han equivocado” pero, de repente todo cambió, mi vida perfecta, mis proyectos, y  el miedo, que durante mucho, mucho tiempo, te acompaña.

Sabemos que existe pero, parece que nosotros  estemos exentos, pues no es así, doy fe de ello.

Un día, de verano, exactamente cuando empezaban mis vacaciones, me llamó el doctor para citarme en su consulta, aquel día, yo estaba muy feliz salía a comer al campo, para celebrar que empezaba mi descanso.

En una revisión rutinaria de mama, mi médico había notado una pequeña diferencia de una mamografía a la otra, como unas burbujitas diminutas que se estaban agrupando, nombre médico microcalcificaciones, ni más, ni menos, y decidió hacer una punción para analizarlas.

Después de aquella llamada se me encendieron las alarmas y ya no hubo comida, decidí volver a casa, no me apetecían las fiestas,  ya imaginaréis que no dormí en toda la noche, al día siguiente era la visita, pero tenía esperanza que sería una falsa alarma, solo habían burbujitas, no había tumor alguno, yo misma lo había visto.

Al día siguiente, entré en la consulta y me recibió  la doctora jefe de servicio del centro,  se esforzó mucho con una gran sonrisa a explicarme las altas cifras de curación, el momento muy a tiempo en que se habían cogido esas células,  bueno la parte positiva de mi diagnóstico, y que me remitía al hospital de referencia.

Tan tranquila me quedé, qué me iba  de vacaciones a Santa Pola y  le pregunté si podía y me dijo que por supuesto que  me fuera,  descansara y me cuidara, el mar me relaja y me ayudó a coger fuerzas, no podía ser malo mi diagnóstico, pensaba yo, mi piel de un bonito moreno, me encontraba muy bien, aunque muchos momentos del día me los pasaba llorando, mi marido el pobre no se cansaba de repetirme una y otra vez su terapia positiva.

Cuando fui al hospital , era agosto y me recibió una cirujana, todo lo contrario, me habló de todo lo peor que me podría pasar, de vaciamiento axilar,  de mastectomía, a todo esto eran términos  que los había oído en alguna ocasión pero no conocía muy bien su significado, me imaginé que medio cuerpo me iba fuera y se me fue cayendo el mundo a los pies, pensé es un cáncer mortal porque sin hacerme ninguna prueba , hablarme así, solo con la mamografía del otro centro, debo estar invadida, ya no escuchaba ninguna de sus explicaciones los oídos me latían, también el corazón y que voy a decir todo mi cuerpo, me puse las gafas de sol muy digna, como para esconderme de toda la gente que había en la consulta y salí de allí con mi vida rota.

Empecé mi escalada,  hicieron pruebas de anestesia por si había que operar, ya que hasta el mes de septiembre no podían hacer biopsia y pasé el resto de mes compadeciéndome de mi misma y llorando por todos los rincones de la casa a todo esto he de decir que hacía un año había perdido una compañera de este bicho maldito, en este momento estaba perdiendo a otro compañero y para mí, yo era la tercera.

Llegó la biopsia,  era un poco desagradable, pero no dolorosa, eran como tiros en las tetas y ahí ya estaba casi segura que una  iba fuera, recomiendo que hagáis las revisiones pertinentes, yo no tenía bultos, no tenía nada, solo unas burbujitas agrupándose y gracias a la revisión y a la intuición del médico  estoy en este mundo.

Llegó el momento  de los diagnósticos,  había que hacer una mastectomía, yo pedí con expansor que era entonces una opción, para poder luego poner una prótesis, lo del vaciamiento axilar en ese momento era solo una posibilidad, en este punto ya era una experta en terminología médica, había tenido que aprender a la fuerza.

Ingresé la víspera de mi intervención por la noche y conocí a mi compañera de habitación , era un encanto, una chica más joven que yo, que unos días antes le habían extirpado la mama, ella me contó después, que le parecí muy bruja y la verdad  tenía la cara toda crispada del miedo.

Me operaron y en principio me hicieron la mastectomía y me pusieron un expansor para poner más tarde una prótesis, entonces yo creí que sería una mama preciosa, no es así pero sirve,  el ganglio centinela, para mi alegría, salió negativo,  por lo que no hubo vaciamiento axilar, había que esperar hasta la biopsia definitiva del mismo, cuyos resultados llegarían ocho días después.

El dolor era fuerte cuando desperté de la operación y recuerdo tener mucho frío, pero es curioso me sentía aliviada e incluso eufórica, ya había pasado aquel momento temido, y dentro de mi ignorancia o que quería ser ignorante, pensé que era como cuando me extirparon las amígdalas, que con eso se acababa todo y que el bicho ya no estaba en mi cuerpo

Llegó el temido resultado, había dado positivo, una micro metástasis en el dichoso ganglio centinela, es el primero como su nombre indica y volvieron a intervenirme de vaciamiento axilar, en est momento, sí que me hundí, parecía que todo lo tenía en contra, volví casa con mis drenajes y con la cita del oncólogo, una vez más quise creer que todo había acabado.

Y empezó otra etapa, ocho sesiones de quimio, pero no radioterapia, por lo menos no tuve el pack completo. De esta época recuerdo los miedos, sobre todo a no tener defensas y que tuvieran que interrumpir el tratamiento, lo peor  fueron las noches, no podía dormir, entre  miedos, calores y fríos,  la quimio me había provocado la menopausia.

Nunca tuve miedo de que me cayera el pelo, yo misma cuando empezó a dolerme el cuero cabelludo y antes de que me  fui a la peluquería y me lo rapé, tampoco me dio pena haber perdido una mama si podía continuar con mi vida.

Así de un hachazo perdí una teta, el pelo, algunas uñas y mi regla, con todo lo que conlleva.

Pero todo no es malo, recuerdo las risas de mis compañeras de gotero, con nuestros gorritos, pañuelos o pelucas, eso si todas pintaditas, para hacer buena cara  y animar a la familia e incluso a nosotras mismas.

También me daba miedo cada gotero, era un líquido frío que corría por las venas, yo lo comparaba a la inyección letal, pero tengo mucha imaginación.

Odiaba las estadísticas, para mí eran puñales, el 80% u 85% en mi época se salvaba, pero yo en el grupo de mis compañeras de infortunio, contaba y pensaba una de las nuestras se va.

Ya os he contado lo difícil y ahora lo amable, recuerdo con mucho cariño recibir abrazos preciosos y entrañables, abrazos de corazón.  Valoré el calor de los amigos, pocos me defraudaron, estuve muy cuidada por todos.

Como positivo he decir que es una batalla y otra pero la guerra la he ganado yo, todo el mundo me decía que suerte has tenido, y yo por dentro decía será mala suerte, pero ahora creo que sí, qué era mi año.

Después del tratamiento, había tocado fondo, no tenía fuerzas para luchar, no creía tener ningún futuro, pero al final del camino y en esa lucha por no dejarte vencer, se me encendió la esperanza, tenía a mano el temario de oposiciones que había suspendido un año antes, y aunque entonces no creía en tener futuro, comencé primero a leer los temas, luego a estudiarlos, soy un bicho raro, me encantan los exámenes,  el caso es que con mucho esfuerzo personal y mental, me presenté a la oposición, a los 3 meses de mi último gotero, y desgastados totalmente mi cuerpo y mi mente.

Cada prueba que pasaba era una lucha,  en la puerta me decía me voy a casa, pero yo  luchaba para demostrarme a mi misma que podía, y esto me daba fuerzas para hacer el examen, así una prueba tras otra , en un mes de Julio muy caluroso, en barracones prefabricados y sin aire acondicionado, un suplicio para gente sana y para mí qué llegaba bajo mínimos, un calvario.

Me quedaba una tercera parte , está era una práctica de una hora aproximada, era oral ante un tribunal,  pensé en irme muchas veces, pero el amor propio no me dejaba, terminé los exámenes y recuerdo verme sentada en una parada del autobús y sin atreverme a subir para volver a casa.

Y ahora cuento lo mejor y extraordinario, se dice que lo que ocurre tiene un fin, y quizá yo tuve que pasar esa grave enfermedad,  para de una cosa mala, sacar una muy buena, aprobé la oposición, aunque la vida tiene baches hay que detenerse y recapacitar, animarnos para salir, yo lo hice  y a partir de ese momento, viví una de las épocas más emocionantes de mi vida, conocí a personas únicas y maravillosas, viví momentos increíbles, lo había logrado, “trabajar en lo que me gustaba”, enterré mis miedos, aquel accidente en mi vida, como yo lo llamo, me hizo despertar y cumplir mi lema a partir de entonces  “Lo que sueñas lo puedes lograr”.

M. Teresa Cuadau García