El desierto preservó de forma natural los cuerpos – Wenying Li, Instituto de Arqueología y Reliquias Culturales de Xinjiang
Los genomas de 13 cuerpos de 4.000 años de antigüedad indican que no procedían de Occidente, como se creía
S.C.Actualizado:29/10/2021
El aspecto físico ‘occidental’ de las momias de la Edad de Bronce de la cuenca del Tarim, en China, había desconcertado a los arqueólogos desde su descubrimiento a finales de la década de 1990. En su día se creyó que estos cientos de restos humanos momificados de forma natural en la actual Región Autónoma Uigur de Xinjiang, por donde transcurría la antigua Ruta de la Seda, podían haber pertenecido a inmigrantes procedentes de Occidente. Sin embargo, un equipo internacional de investigadores ha estudiado los orígenes genéticos de estas enigmáticas momias y ha concluido que son de una población indígena local, genéticamente aislada pero culturalmente cosmopolita.
Las momias de la cuenca del Tarim fueron enterradas en ataúdes de barco en un desierto, con ropas tejidas de lana y de fieltro. Tanto por su inusual aspecto como por su economía, que incluía ganado vacuno, ovino y caprino, trigo, cebada, mijo e incluso queso kéfir, algunos estudiosos especularon con que podían ser descendientes de los pastores migratorios Yamnaya, una sociedad de la Edad de Bronce de gran movilidad procedente de las estepas de la región del Mar Negro, en el sur de Rusia.
Otros situaron sus orígenes entre las culturas de los oasis del desierto de Asia Central del Complejo Arqueológico de Bactria-Margiana (BMAC), un grupo con fuertes vínculos genéticos con los primeros agricultores de la meseta iraní.
Para comprender mejor el origen de la población de las momias de la cuenca del Tarim, que se asentó por primera vez en la región en sitios como Xiaohe y Gumugou hacia el 2000 a.C., un equipo de investigadores internacionales de la Universidad de Jilin, el Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados, el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, la Universidad Nacional de Seúl (Corea) y la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, generaron y analizaron datos del genoma de trece de las primeras momias conocidas, fechadas entre los años 2100 y 1700 a.C., junto con los de cinco individuos datados entre el 3000 y el 2800 a.C. en la vecina cuenca de Dzungarian.
Su estudio, que ha sido publicado en la revista ‘ Nature‘, es el primero a escala genómica de las poblaciones prehistóricas de la Región Autónoma Uyghur de Xinjiang, e incluye los primeros restos humanos descubiertos hasta ahora en la región.
Los cementerios en el desierto de Taklaman, China, albergan restos humanos de hasta 4.000 años de antigüedad – Wenying Li, Instituto de Arqueología y Reliquias Culturales de Xinjiang
Para su sorpresa, los investigadores descubrieron que las momias de la cuenca del Tarim no eran en absoluto recién llegadas a la región, sino que parecían ser descendientes directos de una población del Pleistoceno que estuvo muy extendida y que había desaparecido en gran medida al final de la última Edad de Hielo.
Esta población, conocida como los antiguos euroasiáticos del norte (ANE), sólo sobrevive de forma fraccionada en los genomas de las poblaciones actuales, siendo las poblaciones indígenas de Siberia y América las que presentan las mayores proporciones conocidas, con un 40% aproximadamente.
En contraste con las poblaciones actuales, las momias de la cuenca del Tarim no muestran evidencias de mezcla con ningún otro grupo del Holoceno, formando en su lugar un aislamiento genético desconocido hasta ahora. «Los arqueogenetistas llevan mucho tiempo buscando poblaciones del Holoceno del ANE para comprender mejor la historia genética de Eurasia interior. Hemos encontrado una en el lugar más inesperado», afirma Choongwon Jeong, autor principal del estudio y profesor de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional de Seúl.
A diferencia de la cuenca del Tarim, los primeros habitantes de la vecina cuenca de Dzungarian no sólo descendían de las poblaciones locales, sino también de los pastores esteparios occidentales, concretamente de los afanasievo, un grupo pastoril con fuertes vínculos genéticos con los yamanya de la Edad de Bronce Temprana.
Culturalmente cosmopolitas
Las momias de la cuenca del Tarim estaban aislados genéticamente, pero no culturalmente. El análisis las proteínas de sus dientes confirmó que la población fundadora ya practicaba la cría de ganado vacuno, ovino y caprino, y que conocía bien las diferentes culturas, cocinas y tecnologías de su entorno.
«A pesar de estar genéticamente aislados, los pueblos de la Edad de Bronce de la cuenca del Tarim eran culturalmente muy cosmopolitas: construyeron su cocina en torno al trigo y los lácteos de Asia occidental, el mijo de Asia oriental y las plantas medicinales como la efedra de Asia central», afirma Christina Warinner, autora principal del estudio, profesora de Antropología en la Universidad de Harvard y jefa de un grupo de investigación en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania).
«La reconstrucción de los orígenes de las momias de la cuenca del Tarim ha tenido un efecto transformador en nuestra comprensión de la región, y continuaremos el estudio de los antiguos genomas humanos en otras épocas para obtener una comprensión más profunda de la historia de la migración humana en las estepas euroasiáticas», añade Yinquiu Cui, autor principal del estudio y profesor de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Universidad de Jilin.