El entretenimiento infantil de cuidar gusanos de seda, reflejado en una caja de zapatos, ha sido la única acción conservacionista que ha permitido de manera no intencionada mantener un acervo histórico y biológico que hunde sus raíces en el Califato de Córdoba.
Desde el nacimiento de la Asociación Española para la Recuperación, Conservación y Estudio del Gusano de Seda en el año 2011 y con la primera recuperación internacional de una variedad de Bombyx mori originario de Andalucía (Galera, Granada) llamada Almería/Galera en ese mismo año, se puso la primera piedra de la reconstrucción de un acervo histórico y biológico que hunde sus raíces en el Califato de Córdoba.
La Aercegsa es una asociación de ámbito nacional que persigue entre sus fines la perpetuación y estudio de todas las líneas de gusano de seda autóctonas de la península, además de la consolidación de aquellas moráceas que son el sustento de dichos vermiformes. Pero para conservar y preservar, ha recurrido a un sistema innovador en Europa, una red de socios conservadores que dedican su tiempo a mantener las poblaciones de gusano autóctono a lo largo y ancho de nuestro país.
Un conjunto de profesionales de las más diversas disciplinas como Historia, Bellas Artes, Antropología o Biología realizan estudios desde la asociación con una única finalidad: permitir que una tradición de siglos no desaparezca para siempre.
En estos momentos la Aercegsa está solicitando cinco líneas oriundas de la península que son conservadas en Bancos de Germoplasma Extranjeros.
Una caja de zapatos. Es difícil imaginar que la simplicidad del entretenimiento infantil, reflejado en una caja de zapatos, pueda ser ocupación de personas algo mayores. Pero es mucho más complejo intentar explicar que, ese pasatiempo pueril, haya sido la única acción conservacionista que ha permitido de manera no intencionada, mantener un acervo genético que se pierde en los tiempos de Al-Ándalus.
Hay una relación que excede lo meramente anecdótico entre dos especies del mundo animal. Esa atracción casi primaria de nuestros pequeños, ante la posible cría de un lepidóptero que se dedica a atiborrarse de hojas de morera, es el resumen de siglos de asociación entre dos especies separadas evolutivamente. En nuestra cotidianeidad, ya muy desnaturalizada, las relaciones que el hombre establece con los animales tienen como finalidad la obtención de algún beneficio para el mismo, si desaparece el objeto de rendimiento, desaparece su utilidad.
Así, este insecto que desde la Edad Media había servido de sustento a generaciones y generaciones de personas, hoy no es más que una mascota que hace las delicias de algunos pocos infantes. Porque hasta en esto, la cosa ha ido a menos. ¿Pero por ello debemos dejar que se disipe un patrimonio vivo que fue fruto de la selección de nuestros ancestros?
Un patrimonio que se resume en un vermiforme, pero que lleva aparejado un conjunto de conocimientos que crean un campo semántico propio, el de de la Sericicultura, como lengua propia de España, con sus diversidades culturales y acentos; porque al fin y al cabo, todo el territorio peninsular se dedicó en mayor o menor medida a la producción de seda. Donde cada región poseía su raza, o se dedicaban a la extracción de una seda diferente con la que competir. Hay quien piensa que la epizootia de pebrina de finales del s. XIX dio al traste con esta práctica secular, pero somos unos cuantos los que no pensamos así; sirva de ejemplo que año tras año nuestros socios conservadores alimentan una nueva generación de alguna de esas líneas que un erudito extranjero se dedicó a catalogar.
Decidimos desempolvar antiguos libros y releer sus escritos. Pensamos reformular conceptos anclados en el tiempo y dotarlos de nuevo significado. Hay un término que aparece en ciertos contratos relacionados con el trato y cría de seda en los recién conquistados territorios del Reino Nazarí (S. XVI), que alude a las asociaciones o arrendamientos para cría del gusano, «Xariquerías». De cierta manera, para nosotros esta palabra ha vuelto a la circulación.
¿No somos acaso una asociación de personas que dedican su poco tiempo a criar gusanos? Pero hay un detalle que otorga un nuevo matiz, nuestros fines son únicamente conservacionistas.
Preservamos para que los españoles de mañana puedan sentirse orgullosos de su pasado y puedan recordar que hubo un tiempo en el que reyes y señores de media Europa compitieron por vestir tejidos que decían Spaniscum, bellas sedas doradas provenientes de Al-Ándalus. Hoy ponemos la primera piedra para recuperar un trocito de aquel esplendor, quizá mañana alguien reconozca la importancia de una simple caja de zapatos.