Nicolás Montenegro o la Ruta de la Seda

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El joven de Lantejuela presenta al mundo todos los frutos de su esfuerzo y maestría en la última edición de la Mercedes-Benz Fashion Week con la primera colección de su marca.

ROCÍO PORTILLO13 DE ABRIL DE 2021, 14:32

Nervios y expectación preceden al broche de oro de la semana de la moda madrileña. Entre el público podemos ver rostros tan emblemáticos en España como Juan Cebrián o Inés Lorenzo. La promesa sevillana tiene todos los ojos fijos en él. El creativo nos adentra en su universo con un pequeño teaser que incluye las caras españolas más conocidas, como Minerva Portillo o, la musa por excelencia, Rossy de Palma.

La oscuridad deja paso a un juego de luces cegador que nos lleva inevitablemente al brillo de los 2000. La top valenciana que también participa en el proceso creativo abre el desfile con una de las prendas estrella: un vestido corto de plumas en un azul eléctrico inconfundible. Resulta curioso cómo la naturalidad siempre nos salva, y es que Portillo sabe sobreponerse a todo, incluso a un corto muy corto o a un lazo demasiado largo.

Las chaquetas de corte militar hablan por sí solas y nos narran los viajes del padre del diseñador (recientemente fallecido por COVID) que hizo a la ciudad de Marruecos en los años 70. De esas travesías se trajo como tesoro hermosos tapices de los animales más regios que son el símbolo por excelencia de la colección.

Con los vestidos cubiertos por el terciopelo más exquisito, los pavos reales del Alcázar se sienten orgullosos del coetáneo diseñador. Con bolsos de Milán y Sevilla, vemos cómo el creativo incorpora su propia trayectoria internacional en esta colección que pide flashes a gritos.

Una propuesta “erótica” (en palabras de la súper modelo que presentaba por primera vez a su gran amor en el mundo fashionista) y muy variada para vestir tanto en la fiesta más exclusiva como en la oficina, con rayas diplomáticas y camisas de seda en tonos naranjas que nos transportan al final del día. Me vuelvo a casa para seguir soñando con “El’Aaiún” de Montenegro, donde nunca se pone el sol.