Querida yo de 2018

Acciones: Certamen Literario

Querida yo de 2018:

Mujer de seda y rosa, que un día tu vida explotó en mil pedazos y cuya deflagración no te permitió ver más allá del inmenso socavón que había dejado en tu vida la palabra cáncer. Por fortuna, poco después en mitad de esa inmensa polvareda viste muchos brazos que te instaban a continuar. Al fin y al cabo siempre tuviste la inmensa dicha de estar rodeada de  mucha gente que te quiere. Agarraste con firmeza los brazos de tu fiel escudero, tu Jose, y decidiste que no habría dragón que doblegara tus ganas de anidar cada noche en su regazo.

Mujer de seda y rosa, que temblaste de miedo la primera vez que atravesaste el umbral de oncología, pero que gracias a la fuerza de tu gran amor tuviste en todo momento la convicción de que aquello jamás supondría una sentencia de muerte. En ese preciso instante, apretaste fuerte los dientes para ahogar las ganas de venirte abajo y te volviste a sentir más viva que nunca.

Mujer de seda y rosa, que decidiste que la palabra cáncer no te robaría tu alegría ni tus ganas de vivir, ni más tiempo del absolutamente necesario. Además, has aprendido a no malgastar ni un minuto con personas que no merecen la pena, así como a no guardar ningún te quiero ni un beso para mañana con aquellos a los que amas. Para disfrutar de ellos nunca será demasiado pronto.

Hubo días de no poder más, noches de excelso dolor que, como una inmensa tormenta huracanada, golpeaba los cimientos de tu razón. La enfermedad muchas veces se tizna de una espesa negrura. Pero siempre supiste que era algo temporal, que pronto llegaría la calma y la luz. Jamás permitiste que la bandera de la rendición enarbolara tu vida. Desde el principio supiste que la vida es solo una y que es toda tuya, asumiendo que solo tú tenías el derecho a decir cómo vivirla, no el cáncer.

Al lado del amor de tu vida te bebiste un “siempre juntos”, un “nada ni nadie nos podrá separar” y rubricaste sobre el cofre del destino que nunca os llegaría el invierno, Y así fue, precisamente desde aquel instante, fuiste invencible.

Después de cierto tiempo quisiste volver a ser la de siempre, mas fue imposible. La que diga que sí lo hizo, miente como una bellaca. Te miraste fijamente en el espejo, recorriendo tus cicatrices, especialmente la gigantesca que supone tu mama ausente. Cerraste por un instante tus ojos, inspiraste profundamente y al volverlos a abrir comprobaste que no hay mujer más valiente y hermosa que aquella que lucha por su vida.

Mujer de seda y rosa que un día fuiste yo, levanta el vuelo aún con las alas rotas, que el horizonte de un mañana mejor aguarda por ti. No le hagas esperar demasiado. Ama y ámate mucho. Nos vemos en el futuro

Fdo:      Tu yo de 2022.

Ana Esmeralda