Los años de guerra provocaron la destrucción de todo el souk del centro metropolitano y ahora solo una tienda vende las telas tradicionales a los visitantes.
Las hibari sirias, telas tradicionales estampadas a mano y fabricadas con sede natural, enriquecen el patrimonio de Alepo desde hace décadas.
Muchas de las prendas nacían del amor por las figuras geométricas, la mezcla de colores y la exhibición de variadas piezas en diferentes establecimientos.
Sin embargo, varios años de guerra destruyeron todo el souk del centro metropolitano y ahora un solo artesano de hibari abre las puertas a visitantes curiosos.
Hassan Mustafá Muhsen, como se llama el alepino, heredó el oficio de los telares de su padre y abuelo; por eso, ni los ataques terroristas ni los soldados extranjeros fueron capaces de destruir su identidad.
«Durante el conflicto, movimos el taller. La vida era inaguantable. ¡Pero nuestra fe y nuestra persistencia salvaron este legado!”,
El espíritu de la seda
Un visitante en Siria puede ver las hibari en las decoraciones de las casas o envueltas en el cabello de las mujeres, como símbolo de sofisticación y belleza.
El impresor de la tela recrea por lo general desde los colores y dibujos de la naturaleza hasta los diseños folclóricos.
“Eran una verdadera joya para los turistas”, comentó Hassan con un suspiro de nostalgia.
Los artesanos crean la piezas con mucho detalle y necesitan para su fabricación un hilo de seda muy ligero, que solo pesa 80 gramos
Acceder a este material no es fácil, pues como lo explicó Hassan: “Antes de la guerra, comprábamos en la fábrica nacional de Drekich, la calidad y el precio eran convenientes. Ahora es mucho más difícil en los mercados paralelos”.
Después de adquirir el hilo viene la preparación de las telas; es decir, quitar el pegamento de la seda, hervirla, lavarla varias veces en agua caliente y luego con agua fría para obtener la mejor suavidad de un tejido listo para la impresión.
En la etapa siguiente, los especialistas estabilizan los colores con vapor de agua y por último, la lavan para eliminar las impureza.
Un porvenir poco prometedor
Hoy día, la creación de las hibari está en peligro y la venta para el mercado interior es casi inexistente debido al alto costo de los productos.
Además, falta una maniobra especializada en el tejido de la seda y capaz de utilizar un telar manual para guardar el espíritu de la artesanía.
“Producíamos unas mil 500 piezas semanales con fines de exportación. Pero en estos días producimos la misma cantidad en seis meses. La coyuntura actual no ayuda en absoluto. Y nuestra única colaboración viene por parte del ministerio del turismo. ¡Mejor que nada!”, lamentó Hassan.
Sin duda, desde hace años la economía siria y toda su producción manufacturera padecen los efectos de las sanciones impuestas por Occidente.
Los artesanos alepinos deben superar los obstáculos para que perduren el hilo de seda, los colores y la maniobra del hibari.