MI EXPERIENCIA CON EL CANCER

Acciones: Certamen Literario

Fue en un control rutinario, de los que nos hacen cada dos años en la seguridad social. Yo acababa de cumplir 66 años de edad.

Mientras me cambiaba en el vestidor. Escuchaba los comentarios que, hacia la enfermera con un paciente, hombre, eso me llamo la atención. Normalmente el cáncer de mama se vincula a la mujer.

Le comentaban que efectivamente, aunque en un porcentaje pequeño también había casos como el suyo.

Cuando me tocó el turno, comente que notaba el pezón izquierdo desviado un poco a la izquierda. La enfermera alertada por mi comentario, exploró la zona manualmente. Me hizo la mamografía y me hizo salir fuera, para esperar el resultado.

Mientras esperaba junto al hombre que había entrado antes que yo. Pude comprobar el hermetismo con que éstos tratan según que enfermedades. Pasaron unos conocidos de él preguntando que hacía allí, a lo que contestó que le dolía la rodilla y le tenían que hacer una radiografía.

Al cabo de pocos minutos volvió a llamarme la enfermara, me comunico que efectivamente parecía que había un tumor y que me harían allí mismo, en un momento una ecografía para confirmarlo.

Las mujeres solemos comentar con naturalidad entre nosotras los problemas derivados de padecer una experiencia tan traumática como lo es pasar por un cáncer de mama.

Entre nosotras nos consolamos, acompañamos. Comprendemos muy bien lo que representa para nosotras la extirpación completa o parcial de una o ambas mamas. Es nuestro símbolo femenino por excelencia.

Perder el cabello, fue para mí una sensación muy fuerte y negativa.

Cuando te confirman que tienes un tumor, tu cerebro tiene que asimilarlo. A partir de ese momento la maquinaria se pone en marcha. A los dos días, al menos en mi caso me realizaban la biopsia. No acabas de hacerte la idea de lo que se te viene encima y ya estas dentro del engranaje hospitalario. Todo sucede a tu alrededor a gran velocidad. La consulta con la oncóloga, la programación del tratamiento con quimioterapia. La programación de las sesiones de radio, veinticinco. La visita con la cirujana.

Por lo que me comentaron en la primera sesión de quimio sobre la caída del cabello, decidí que antes de recibir la segunda sesión me cortaría el pelo. En total tenía programadas ocho, cada 21 días. Fui a una peluquería especializada y me rapé. No quería ver como caían mechones de mi cabeza. Me acompañaron mis hermanas. Por la noche hicimos una cena de chicas. Eso me dio ánimos. No es que celebráramos que tenía cáncer de mama, lo integrábamos de forma natural en la vida de la familia. Así pesaba menos, era como que al compartirlo sentía que mi desgracia era menor.

Decidí, hacer un diario, eso me ayudó mucho, lo recomiendo. Cada día escribía un resumen de cómo me había ido el día anterior. Tras la dosis de quimio, estaba tres días bien, pero el cuarto ya salía el lado oscuro el tratamiento. Según amanecía iba directa al sillón orejero que me acompaño durante todo el proceso. Mi marido me decía:  _Hoy tienes la mirada perdida. Efectivamente creo que no solo la mirada, toda yo estaba perdida. Por cierto, mi marido estuvo a mi lado apoyándome en todo momento y aun ahora que ya han pasado siete años desde que me operaron sigue cuidándome y ayudándome en las labores domésticas. Es un solete, quiero que conste en acta.

Cuando tenía un día malo, escribía en el diario DÍA CHUNGO. Un día intentábamos recordar de que habíamos comprado el año anterior la coca de San Juan. Busqué en mi diario y leí DIA CHUNGO, no hubo coca.

El grupo que nos juntábamos el día de la quimio en el hospital era numeroso, muy positivo. Recuerdo una compañera que se maquillaba, siempre estaba estupenda con su pañuelo colocado con una gracia que la favorecía muchísimo. A ella le afectaba mucho la planta de los pies, comentaba que a veces no podía apoyarlos en el suelo del dolor que sentía, pero la veía tan animosa y la verdad es que nos contagiaba a todo el optimismo que desprendía.

Yo nunca me había puesto nada en la cabeza y recurrí a un video de YouTube para aprender distintas formas de llevarlo. Procuraba combinarlo con la ropa, incluso me pintaba las uñas azules. Por cierto, unas uñas negras horribles debido a la medicación.

El cáncer me enseño varias cosas, a esto le estoy agradecida. Pude constatar quien era de verdad amiga y quién no. Por desgracia el desengaño que sufrí con una persona que creía amiga fue monumental. Cuando comunique a los más allegados mi enfermedad desapareció de mi vida. Durante los ocho meses que duró la quimio recibí dos WhatsApp de esa persona y ya al final del tratamiento cuando ya empezaba a recuperarme apareció un día con unas flores. Se las hubiera tirado por la cabeza, pero aguante el tirón. Ya no nos relacionamos. Si nos vemos nos saludamos por cortesía y punto. En cambio, compañeras de trabajo me sorprendieron por la forma que tiraron de mí durante todo el proceso, sobre todo cuando estaba en baja forma. Me llamaban para tomar un café, era la excusa para que saliera un poco. Si les decía que no estaba animada, me decían que vendrían al bar más próximo a mi casa, que bajara un ratito y en verdad eso me ayudó mucho, aunque no participara mucho de la conversación, solo con escucharlas ya sentía que me olvidaba un poco de mis preocupaciones. Alguna vez, si no me encontraba muy fina estaba poquito rato y volvía a casa, pero al menos así pisaba la calle, cosa que no siempre ocurría. Nuestros encuentros continúan. _¡Os quiero chicas!

En fin, mi experiencia si lo pienso profundamente ha sido positiva, me ha hecho más fuerte. He comprobado que no estoy sola, por desgracia cada vez somos más mujeres las afectadas con este tipo de tumores y hablarlo ayuda.

Si por desgracia a alguna que lea esta experiencia mía le han diagnosticado recientemente un tumor en el pecho, no derrumbaros, nuestros sanitarios saben muy bien que hacer para salir con éxito de esta situación. Confiar en ellos y hacer lo que os indiquen. La alimentación es muy importante, informaros al respecto, y pensar que, aunque lo ideal sería invertir más en investigación, todo avanza y van surgiendo nuevos tratamientos que mejoran los resultados y nos dan una mejor calidad de vida.

Actualmente sigo con mis controles anuales. Todo correcto.

Deseo con todo mi corazón que el cáncer un día se convierta en una enfermedad crónica más. Esto estaría pero que muy bien. Mientras tanto a disfrutar de los momentos buenos que nos da la vida, que también los hay.

 

María Vera López