Amanda Elisa Spengler
Relato nº 3
Encontré en mi ropero una cajita con lazos rosados, lazos que pertenecen a una experiencia que hoy quiero escribir con “letras rosas” que formarán unidas, palabras rosas para contar una historia muy particular: “Mi historia” que no comienza con”” Un había una vez” Y su Prólogo resalta la importancia de hacer los controles mamarios una vez al año y la voluntad de enfrentar las dificultades.
Termina con:
” Un día me di cuenta que no soy una sobreviviente más sino una guerrera que no dejó de luchar hasta que mi vida me nominó como:” una mujer de seda y rosa”
Por eso quiero compartir contigo, MUJER, esta experiencia teñida de “rosa” que quedó en el recuerdo como esos lazos de la cajita.
Aún resuenan en mis oídos las palabras del médico: “No te voy a engañar, pero esto que vemos en la placa es un cáncer.” Esta noticia para mí fue más negra que la placa que tenía ante mis ojos, porque siempre escuchaba que Juan o María tenían cáncer, pero, ¡yo? Parecía imposible ¿por qué yo? ¡Si me hacía todos los años el control!
En ese momento empecé a temblar, quería salir corriendo del consultorio, el llanto me anudó la garganta… ¿Cáncer? ¿yo? ¡No puede ser! ¿Cáncer? Palabra que no existía en mi vida, ni en mi vocabulario, cáncer…. era para otros y que nadie quiere escuchar!
El médico me tranquilizó…. Me explicó los pasos a seguir …llamó a mi hijo (médico también) y luego tuve que tomar coraje para contarle a mi esposo (ya que había concurrido sola desde mi pueblo hasta la ciudad para realizar mis controles anuales). Por supuesto que le cayó tan fuerte como a mí ya que yo no presentaba síntomas y lo primero que me dijo: “Vamos a hacer otros estudios “Pero para qué si en la placa estaba clarísimo! Se ofreció para buscarme ya que estaba a 50 km de mi casa y en un estado de estrés tremendo para manejar en una ruta sinuosa. Pero, me tranquilicé y opté por hacerlo sola.
En ese recorrido cruzaron por mi mente, como una película, los rostros de todos mis seres queridos: hijos, nueras, nietos, mi madre anciana y muchos proyectos que había encaminado: clases de cocina con mis nietos y amiguitos, la Biblioteca Popular de la cual era su presidente, mis tejidos, postres, conservas y muchos más
¿Qué hago con todos? Me pareció que vida en ese momento cambió… ¡Que me marcaron un límite…pensé que tenía la muerte ahí cerca!
En ese momento, empezó a jugar un papel importante mi familia y amigos con palabras de aliento, dibujos de los niños, poemas, versículos bíblicos…que generaron en mí un sinfín de emociones distintas enojo, miedo… buscaba un culpable. Puse el acelerador de mi vida al máximo pues quería hacer todo a la vez, terminar con los proyectos, trabajos empezados, cumplir con las promesas a mis nietos y me aceleraba cada vez más y más…Llegó el momento que no podía conciliar el sueño pues todo para mí tenía un punto final y los que me rodeaban(me parecía) minimizaban el problema.
Pasaron los días… entre estudios y citas médicas que parecían interminables como las llamadas de mis hermanas sorprendidas, angustiadas y a la vez tratando de darme palabras de aliento.
¡Mientras esperaba en las salas sosteniendo una receta u orden médica en mis manos cuyo diagnóstico decía: “Cáncer de mama” y que sea yo el referente! ¡Era algo irreal para mí!
Así pasaron muchos días grises en mi interior hasta que me propuse aceptar la realidad y de ahora en más, yo sería la protagonista de esta historia de “letras rosas”, ahora seré YO y Yo. Estaría en primer lugar, los demás serían los segundos personajes. Pero esto sólo lo pude lograr porque mi familia se puso al frente de la batalla para acompañarme en todo lo que me tocaría enfrentar con cariño, y apoyo a lo largo de todo el tratamiento.
¡Así mi vida cambió! Empezó el trajín, que parecía lento…y nuevas palabras tuve que incorporar a mi vocabulario: oncólogos, mastólogos, Quimio terapistas, tomografías, TAC, centello grama, punciones, cirugías, mastectomía, quimioterapia, rayo terapia, etc.
El 24 de noviembre de 2015 se hizo la cirugía y aparecieron otras palabras nuevas “Ganglio centinela”, metástasis.” Pero gracias a Dios todo salió bien. Escuché una palabra dicha mil veces por los que me rodeaban: ¡Cuídate! ¡Cuídate! Y… Así es, si uno mismo no pone el esfuerzo, el valor, la fe en Dios, el coraje y optimismo, nadie puede hacerlo si no lo haces por tí misma.
Y…Me cuidé… rodeada por el cariño de mi familia, aunque a veces titubeaba o deambulaba por las noches por la casa sin rumbo, lloraba a escondidas, no quería estar sola, no me animaba a salir hasta que un día una sorpresiva pregunta de una pequeña nieta de 4 años me dijo: “Abuela, ¿Tenés cáncer? ¿Te vas a morir? “Con lágrimas en los ojos sabiendo que solo de Dios dependía contesté abrazándola: “¡No! ¡No voy a morir!” En ese momento decidí enfrentar en serio la lucha, lo peor sería morir, lo mejor sanar, no podría defraudar a esta adorable pequeña. Así que a ¡Luchar! Como decía en una tarjeta que me mandó una amiga con una frase de Mario Benedetti
“No te rindas que la vida es eso
Continuar el viaje, perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo, correr los escombros
Y destapar el cielo”
Se realizaron cadenas de oraciones en todas las iglesias del pueblo de distintos credos.! ¡Como podría yo bajar los brazos! Sentí la obligación de no defraudar a nadie y que esta historia de letras rosas comienza con un sueño y que jamás debemos dejar de soñar, y si la vida, sin preguntarnos, nos golpea tenemos que decidir, aferrada a la fe en Dios, si nos rompemos o seguimos el viaje tomados de la mano que nos extienden los que nos aman.
Por lo tanto, debería volver a subir a la ruta de la vida, seguir el camino que me señalaron sin temer a lo que vendrá ya que la fe me dará la certeza y confianza. Es como la canción de un pájaro, me animará para que lo que ayer fue preocupación, dolor y tristeza, hoy, que pasaron más de 5 años, pueda escribir con letras rosas los recuerdos mirando hacia arriba sin inquietudes mucho optimismo y exclamar ¡” Soy una mujer de seda y rosa!”
Esta historia rosa tiene distintas etapas, mujer, según lo experimenté:1 Recibir la chocante o negra noticia 2- Aceptar la realidad para superar el miedo .3-Que acepte la familia y se arme con todas las garras de amor y cariño para acompañarte 4-Comenzar el tratamiento con seguridad, sin temor y fe obedeciendo cada paso que te indica el médico. 5-y el más importante aferrarte fuertemente a la mano que Dios te extiende.
¡Ante cada cita médica o para realizar estudios me sentía muy ansiosa y nerviosa pero ya podía pronunciar la palabra CANCER y me sentía muy molesta cuando alguien venía a saludarme lagrimeando pues yo ya no me sentía enferma solo tenía “Cáncer”!
Por eso, antes de concurrir a mi primera quimio,(¡sin saber cómo era o qué era! habiendo escuchado tantas versiones como:” no te podrás levantar, quedarás débil, y muchas pálidas más), me paré frente al espejo con mi mejor vestido, elegante y colorido. Respiré hondo, me encomendé a Dios pidiéndole calma, ¡equilibrio y decidí no bajar los brazos jamás! y pensé que ese cáncer que se anidó en mi pecho no sabía que yo estaba dispuesta a darle una batalla muy dura! Y lo que me inyectarían en el brazo no es un veneno como algunos me decían, sino que tenía un objetivo:” ¡Lucha y Combate duro al cáncer!”
Mientras en largas horas en la sala del Hospital esperaba mi turno, observaba a las personas y estudiaba su malestar, me sentía una afortunada porque sentía que yo no estaba enferma, solo tenía “cáncer” No les preguntaba nada hasta que ellos iniciaban el diálogo. Aprendí que cada persona con cáncer, es una persona con su vida, su historia, sus miedos, sus emociones, su necesidad de amor, de compañía, de ser aceptada y compartir su experiencia. De ellos aprendí que cuando necesitaba ayuda tenía que pedir. Permitir que me atiendan, ¡me mimen (ya que siempre fui muy independiente) porque había momentos que sentía que ya no soy la que todo lo puede, pero a la vez me seguí diciendo “No estoy enferma! ¡Tengo cáncer!
Después de una semana de la primera quimio, un domingo cuando intento una peinarme quedé con un mechón de mi cabello en el peine, recordé una película que vi, pero ahora yo era la protagonista.” ¡El pelo se me está cayendo!” A pesar de la advertencia del médico no pude contener el llanto. Saqué de mi interior la fuerza que iba acumulando y el lunes tempranito fui a la peluquería y me hice rapar.
Saqué de mi ropero todos los pañuelitos comencé a probar, pensé en una peluca. Mi esposo me compró una, me probé, pero no me sentí auténtica, preferí los turbantes o pañuelitos que para mí simbolizan: Lucha”. Mis nietos más chicos se asustaban al verme y la más grande me aconsejó que compre muchos sombreros. Me compré un turbante y telas de distintos colores para confeccionar otros que combinen con mi ropa. Cuando llegó el invierno pude usar gorros y sombreros tejidos de lana. ¡Así probé distintos modelos que adornaba con flores u otros accesorios! ¡Jamás dejé mi coquetería! Porque al verme bella por fuera me sentiré saludable por dentro.
Al comenzar la segunda etapa tuve nuevos medicamentos y quimios a cada7 días. El médico me explicó que tendría otros síntomas y problemas: dolor en los huesos, adormecimiento en las manos y los pies. Mis defensas bajaron un poco, decaí anímicamente por la anemia, tenía gustos raros todo era muy salado o muy dulce, sabor metálico o amargo. Apareció una dermatitis que comenzó en las manos y se fue extendiendo por lo tanto tuvieron que saltear unas quimios. Me dolían mucho los pies y las uñas se pusieron negras. Con todas estas molestias mi humor cambió, tuvieron que levantarme otra vez el ánimo. Por suerte siempre estuve rodeada de personas positivas y continuaba con mis trabajos de tejido que mis nietas elegían y me apuraban para lucir las prendas lo más pronto posible. Me obsequiaban dibujos o pinturas en almohadones y cuadros.
Llegó muy pronto la otra parte del tratamiento: radioterapia. Para realizarlo tuve que ir a vivir a otra ciudad distante unos 200km de mi casa. Tuve el acompañamiento de mis hermanas que viajaron de muy lejos para estar conmigo, esto me hizo muy bien ya que cuando me sentía bien aprovechaba para caminar, pasear o darme algún gusto extra según mi cuerpo lo permitía. ¡Mis amigas no me abandonaron jamás!
Si bien, mis rodillas y articulaciones no se estaban portando bien yo siempre afirmaba una cosa: “No estoy enferma! ¡tengo cáncer! Dios, los médicos y medicinas harán que sea verdad.
¡Estoy bien! Sirvan estas letras rosas como un consejo o palabras de aliento a las que les toca. Piensen siempre que el futuro es el lugar en que debemos depositar nuestros sueños. Por eso debemos vivir plenamente nuestra vida, que es una sola, un día se vive solo una vez, hay días que se escriben con lágrimas, pero nunca debemos dejarnos vencer.
En ese momento unas amigas me regalaron un cuadro con la siguiente frase de aliento:
” Mujer de las mil batallas
Nunca dejes de luchar”
Traté y sigo haciéndolo :¡Luchar para vencer cualquier dificultad!
Pero antes de terminar con esta historia ,parte de mi vida, quisiera desde estas humildes letras rosas, dejar unas recomendaciones a tí MUJER: no te olvides, de hacerte los controles mamarios, deja lo tabúes. “Tócate para que no te toque” más que una frase es un buen consejo, aliméntate bien, realiza cosas que te agraden para brillar siempre aún en los peores momentos, afronta esa palabra: Cáncer con valor y fe. Cuida y apóyate en tus buenos y positivos amigos, valora la familia, mantén tu cuerpo Y mente ocupadas en cosas útiles, sanas y de tu agrado.
En el mes de setiembre terminé mi tratamiento de rayos. Fui muy feliz ese día, cuando llegué a casa mis nietos me sacaron el sombrerito tirándolo por el aire en un solo canto: ¡La abuela se curó! ¿La abuela se curó!
Quisiera con estas “letras rosas,” a todas las mujeres que les toca, darles el aliento, coraje y valor para que sigan corriendo hacia adelante sin parar, sin bajar los brazos, inventando siempre cosas nuevas por las que se merece vivir. Se puede tropezar, caer, pero ¡volver a caminar irradiando alegría en cada paso! ¡Jamás te victimices con tu enfermedad enfréntala sin alardes, piensa que la vida es bella!
¡Dios derrame sobre cada mujer de seda un puñado de rosas con su bendición!
Encontré en mi ropero una cajita con lazos rosados, lazos que pertenecen a una experiencia que hoy quiero escribir con “letras rosas” que formarán unidas, palabras rosas para contar una historia muy particular: “Mi historia” que no comienza con”” Un había una vez” Y su Prólogo resalta la importancia de hacer los controles mamarios una vez al año.
Termina con:
” Un día me di cuenta que no soy una sobreviviente más sino una guerrera que no dejó de luchar hasta que mi vida se tiñó de rosa de ahora en más soy una mujer de seda y rosa2
Por eso quiero compartir con Uds esta experiencia teñida de “rosa” que quedó en el recuerdo. Aún resuenan en mis oídos las palabras del médico: “No te voy a engañar, pero esto que vemos en la placa es un cáncer.” Esta noticia para mí fue más negra que la placa que tenía ante mis ojos, porque siempre escuchaba que Juan o María tenían cáncer, pero, ¡yo! ¡Yo! Parecía imposible ¿por qué yo? ¡Si me hacía todos los años el control!
En ese momento empecé a temblar, quería salir corriendo del consultorio, el llanto me anudó la garganta… ¿Cáncer? yo? ¡No puede ser! ¿Cáncer? Palabra que no existía en mi vida, ni en mi vocabulario, cáncer…. era para otros y que nadie quiere escuchar!
El médico me tranquilizó…. Me explicó los pasos a seguir …llamó a mi hijo (médico también) y luego tuve que tomar coraje para contarle a mi esposo ya que había concurrido sola desde mi pueblo hasta la ciudad para concurrir al médico. Por supuesto que le cayó tan fuerte como a mí ya que yo no presentaba síntomas y lo primero que me dijo: “Vamos a hacer otros estudios “y se ofreció a buscarme para que no maneje en ese estado los 50 km. Pero ya más tranquila opté por hacerlo sola. En ese recorrido cruzaron por mi mente, como una película, los rostros de todos mis seres queridos: hijos, nueras, nietos, mi madre anciana y muchos proyectos que había encaminado: clases de cocina a mis nietos y amiguitos, la Biblioteca Popular de la cual era su presidente, mis tejidos, postres, conservas y muchos más
¿Qué hago con todos? Mi vida en ese momento cambió… ¡Me parecía que me marcaron un límite…pensé que tenía la muerte ahí cerca!
En ese momento, empezó a jugar un papel importante mi familia y amigos con palabras de aliento, dibujos de los niños, poemas, versículos bíblicos…que generaron en mí un sinfín de emociones distintas enojo, miedo… buscaba un culpable. Puse el acelerador de mi vida al máximo pues quería hacer todo a la vez, terminar con los proyectos, trabajos empezados, cumplir con las promesas a mis nietos y me aceleraba cada vez más y más. ..no podía conciliar el sueño pues todo para mí tenía un punto final y los que me rodeaban minimizaban el problema.
Pasaron los días… entre estudios y citas médicas que parecían interminables como las llamadas de mis hermanas sorprendidas y angustiadas y a la vez tratando de darme palabras de aliento.
¡Mientras esperaba en las salas sosteniendo una receta u orden médica en mis manos cuyo diagnóstico decía: “Cáncer de mama” y que sea yo el referente! ¡Era algo irreal para mí!
Así pasaron muchos días grises en mi interior hasta que me propuse aceptar la realidad y de ahora en más, yo sería la protagonista de esta historia de “letras rosas”, ahora seré YO y YO, estaría en primer lugar, los demás serían los segundos personajes. Pero esto sólo lo pude lograr porque mi familia se puso al frente de la batalla para acompañarme en todo lo que me tocaría enfrentar con cariño, y apoyo a lo largo de todo el tratamiento.
¡Así mi vida cambió! Empezó el trajín, que parecía lento…y nuevas palabras tuve que incorporar a mi vocabulario: oncólogos, mastólogos, Quimio terapistas, tomografías, TAC, centello grama, punciones, cirugías, mastectomía, quimioterapia, rayo terapia.
El 24 de noviembre de 2015 se hizo la cirugía y aparecieron otras palabras nuevas “Ganglio centinela”, metástasis.” Pero gracias a Dios todo salió bien. Escuché una palabra dicha mil veces por los que me rodeaban: ¡Cuídate! ¡Cuídate! Y… Así es, si uno mismo no pone el esfuerzo, el valor, la fe en Dios, el coraje y optimismo, nadie puede hacerlo si no lo haces por tí misma.
Y…Me cuidé… rodeada por el cariño de mi familia, aunque a veces titubeaba o deambulaba por las noches por la casa sin rumbo, lloraba a escondidas, no quería estar sola, no me animaba a salir hasta que un día una sorpresiva pregunta de una pequeña nieta de 4 años me dijo: “Abuela, ¿Tenes cáncer? ¿Te vas a morir? “Con lágrimas en los ojos sabiendo que solo de Dios dependía contesté abrazándola: ¡No! ¡No voy a morir! En ese momento decidí enfrentar en serio la lucha, lo peor sería morir, lo mejor sanar, no podría defraudar a esta adorable pequeña. Así que a ¡Luchar! Como decía en una tarjeta que me mandó una amiga con una frase de Mario Benedetti
“No te rindas que la vida es eso
Continuar el viaje, perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo, correr los escombros
Y destapar el cielo”
Se realizaron cadenas de oraciones en todas las iglesias del pueblo de distintos credos.! ¡Como podría yo bajar los brazos! Sentí la obligación de no defraudar a nadie y que esta historia de letras rosas comienza con un sueño ya que jamás debemos dejar de soñar, y si la vida, sin preguntarte, te golpea tienes que decidir, aferrada a la fe en Dios, si te rompes o sigues el viaje tomado de la mano que te extienden los que te aman.
Por lo tanto, decidí volver a subir a la ruta de la vida, seguir el camino que me señalaron sin temer a lo que vendrá ya que la fe es como la canción de un pájaro que te animará y fortalecerá para que lo que ayer fue preocupación, dolor y tristeza, hoy, que pasaron más de 5 años, puedas escribir como yo con letras rosas los recuerdos mirando hacia arriba sin inquietudes, mucho optimismo y exclamar ¡” Soy una mujer de seda y rosa!” ¡A Dios gracias!
Esta historia, mujer, que estás leyendo o quizás viviendo tiene distintas etapas, según mi experencia:1 Recibir la chocante o negra noticia noticia 2- Aceptar la realidad para superar el miedo .3-Que tu familia se arme con todas las garras de amor y cariño para acompañarte 4-Comenzar el tratamiento con seguridad, sin temor y fe obedeciendo cada paso que te indica el médico. 5-y el más importante aferrarte fuertemente a la mano de Dios.
¡Ante cada cita médica o para realizar estudios me sentía muy ansiosa y nerviosa pero ya podía pronunciar la palabra CANCER y me sentía muy molesta cuando alguien venía a saludarme lagrimeando pues yo ya no me sentía enferma solo tenía “Cáncer”!
Por eso, antes de concurrir a mi primera quimio,(¡sin saber cómo era o qué era! habiendo escuchado tantas versiones como:” no te podrás levantar, quedarás débil, y muchas pálidas más), me paré frente al espejo con mi mejor vestido, elegante y colorido… Respiré hondo… me encomendé a Dios pidiéndole calma, ¡equilibrio y decidí no bajar los brazos jamás! y pensé que ese cáncer que se anidó en mi pecho no sabía que yo estaba dispuesta a darle una batalla muy dura! Y lo que me inyectarían en el brazo no es un veneno como algunos me decían, sino que tenía un objetivo:” ¡lucha y combate duro al cáncer!”
Mientras en largas horas en la sala del Hospital esperaba mi turno, observaba a las personas y estudiaba su malestar, me sentía una afortunada porque sentía que yo no estaba enferma, solo tenía “cáncer” No les preguntaba nada hasta que ellos iniciaban el diálogo. Aprendí que cada persona con cáncer, es una persona con su vida, su historia, sus miedos, sus emociones, su necesidad de amor, de compañía, de ser aceptada y compartir su experiencia. De ellos aprendí que cuando necesitaba ayuda tenía que pedir. Permitir que me atiendan, ¡me mimen (ya que siempre fui muy independiente) porque había momentos que sentía que ya no soy la que todo lo puede, pero a la vez me seguí diciendo “No estoy enferma! ¡Tengo cáncer!
Después de una semana de la primera quimio, un domingo cuando intento una peinarme quedé con un mechón de mi cabello en el peine, recordé una película que vi, pero ahora yo era la protagonista.” ¡El pelo se me está cayendo!” A pesar de la advertencia del médico no pude contener el llanto. Saqué de mi interior la fuerza que iba acumulando y el lunes tempranito fui a la peluquería y me hice rapar.
Saqué de mi ropero todos los pañuelitos comencé a probar, pensé en una peluca. Mi esposo me compró una, me probé, pero no me sentí auténtica, preferí los turbantes o pañuelitos que para mí simbolizan:” Lucha”. Mis nietos más chicos se asustaban al verme y la mas grande me aconsejó que compre muchos sombreros. Me compré un turbante y telas de distintos colores para confeccionar otros que combinen con mi ropa. Cuando llegó el invierno pude usar gorros y sombreros tejidos de lana. ¡Así probé distintos modelos que adornaba con flores u otros accesorios! ¡Jamás dejé mi coquetería!Porque al verte bella por fuera te sentirás saludable por dentro.
Al comenzar la segunda etapa tuve nuevos medicamentos y quimios a cada7 días. El médico me explicó que tendría otros síntomas y problemas: dolor en los huesos, adormecimiento en las manos y los pies. Mis defensas bajaron un poco, decaí anímicamente por la anemia, tenía gustos raros, todo era muy salado o muy dulce, metálico o amargo. Apareció una dermatitis que comenzó en las manos y se fue extendiendo por lo tanto tuvieron que saltear unas quimios. Me dolían mucho los pies y las uñas se pusieron negras. Con todas estas molestias mi humor cambió y tuvieron que levantarme otra vez el ánimo, por suerte siempre estuve rodeada de personas positivas y yo continuaba con mis trabajos de tejido que mis nietas elegían y me apuraban para lucir las prendas lo más pronto posible. Me obsequiaban dibujos o pinturas en almohadones y cuadros.
Llegó muy pronto la otra parte del tratamiento: radioterapia. Para realizarlo tuve que ir a vivir a otra ciudad distante unos 200km de mi casa. Tuve el acompañamiento de mis hermanas que viajaron de muy lejos para estar conmigo, esto me hizo muy bien ya que cuando me sentía bien aprovechaba para caminar, pasear o darme algún gusto extra según mi cuerpo lo permitía. ¡Mis amigas no me abandonaron jamás!
Si bien mis rodillas y articulaciones no se estaban portando bien yo siempre afirmaba una cosa: “No estoy enferma! ¡tengo cáncer! Dios, los médicos y medicinas harán que sea verdad.
¡Estoy bien! Sirvan estas letras rosas como un consejo o palabra de aliento a las que les toca. Piensen siempre, que el futuro es el lugar en que debemos depositar nuestros sueños. Por eso debemos vivir plenamente nuestra vida, que es una sola, un día se vive solo una vez, hay días que se escriben con lágrimas, pero nunca debemos dejarnos vencer.
Unas amigas me regalaron un cuadro con la siguiente frase de aliento:
” Mujer de las mil batallas
Nunca dejes de luchar”
¡Así traté de hacerlo y sigo con el mismo concepto!
Pero antes, quisiera desde estas humildes letras rosas, dejarles unos consejos: no te olvides, mujer, de hacerte los controles mamarios, “Tócate para que no te toque” más que una frase es un buen consejo, aliméntate bien, realiza cosas que te agraden para brillar siempre aún en los peores momentos, afronta esa palabra: cáncer con valor y fe. Cuida y apóyate en tus buenos y positivos amigos, valora la familia, mantén tu cuerpo y la mente ocupadas en cosas útiles, sanas y de tu agrado.
En el mes de setiembre terminé mi tratamiento de rayos fui muy feliz ese día, cuando llegué a casa mis nietos me sacaron el sombrerito tirándolo por el aire en un solo canto: ¡La abuela se curó!
Quiero con estas “letras rosas,” a todas las mujeres que les toca, darles el aliento, coraje, valor para que sigan corriendo hacia adelante sin parar, sin bajar los brazos, inventando siempre cosas nuevas por las que se merece vivir. Se puede tropezar, caer, pero ¡volver a caminar irradiando alegría en cada paso! ¡Jamás te victimices con tu enfermedad enfréntala sin alardes, piensa que la vida es bella! Deshecha lo malo y dale lugar a las cosas buenas, causas nobles y justas.
¡Ojala mis sencillas palabras sirvan de aliento e infundan coraje a todas que transiten por este camino.
¡Dios derrame sobre cada mujer de seda un puñado rosas con su bendición!
Amanda Elisa Spengler