¿Por qué hasta ahora le mandan a hacer la biopsia? No me gusta lo que estoy viendo. Puede que esté equivocado y ojalá en unos días usted me insulte por mi atrevimiento; Pero le hablo desde mi experiencia de más de 30 años en esto. Debe buscar un mastólogo de inmediato, porque tienen que hacerle cirugía lo más pronto posible. No puede perder tiempo.
26 de noviembre de 2021. Hace un año. Ese fué el parte médico que recibí como una imparable cascada de acontecimientos pasados y futuros que no sabía cómo digerir. Por mi cabeza sólo pasaba Juan Ángel, el único hijo que tengo y que me queda; gemelo de Carlos Alberto, su hermano, habitante del cielo desde hace 8 años por un tumor cerebral.
Salí con un sobre de manila en mis manos que contenía la fatídica muestra de la biopsia y las instrucciones de la prueba a practicar para saber el nombre y el apellido del alien instalado en mi seno izquierdo; además de tener el mal en carne propia, debía ser el mensajero de la prueba para el laboratorio que las analiza. Aunque la muestra tenía recomendación de urgencia los resultados tardarían una semana alargada por el puente festivo.
Tomé el primer taxi que encontré en la mitad de la calle. La furia de mi agobio alcanzó hasta el cielo. Le dije a Dios que no se valía; había perdido a Carlitos; no podía dejar a Juan Àngel, necesitaba tiempo para sacarlo adelante; no se valía otro
golpe para él: perdió a su padre hace 12 años; A su hermano hace 8; ¿Qué más quieres?
Hice dos llamadas. Una a Carolina, mi hermana más cercana. Una a Silvia. Mi mejor amiga. Con el llanto a flor de miedo. Silvis, tengo una masa en el seno izquierdo; No sé sabe aún qué es pero no tiene buena pinta. Debo buscar un mastólogo; Hay que moverse rápido; Estoy llevando la muestra. Hablaba en medio de mis lágrimas y de la angustia de arrancar una maratón sin saber muy bien en qué dirección moverme y hacia cuál meta.
Llegué a casa. Juan Angel me recibió con su calma. Esta vez sí me preguntó. ¿Cómo te fué con el médico? Hice de tripas corazón, y con la templanza que dan las canas o las heridas de guerra, lo dije. Apareció una masa en mi seno izquierdo; lo más probable es que la tengan que extirpar, debemos esperar la patología para ver de qué se trata. ¿Ah bueno pero con la cirugía te la sacan y listo, cierto? Por el momento eso es lo que sabemos amor. Vamos paso a paso. No nos vamos a afanar más por ahora, hacer lo que haya que hacer. Salió a sus planes de viernes. Yo me quedé en el silencio de la tarde con Silvia, que acompañó pacientemente la zozobra y las preguntas sin respuestas.
Una nota a mi médico de confianza, Armando, el radiólogo de Carlitos. Tengo un alien en mi seno izquierdo; No sé sabe más pero al médico de la biopsia no le gusta nada. La patología la entregan en 8 días. Comenzó la espera. Vuelta de revés.
Lo agobiante es no saber; tener tiempo para imaginar y alborotar la cabeza. Pasar la película de la noticia. La incertidumbre. Mi hijo. Mi única preocupación.
Por esos días estaba escribiendo un relato que había comenzado hacía algunos meses. Primer relato fruto de una afición que se fortaleció en los últimos años. Allí contaba la historia de una mujer que perdía su voz. Al día siguiente, en una extraña coincidencia, la perdí. Amanecí disfónica. No tenía fiebre ni síntomas de resfriado. Simplemente no tenía voz.
De este modo siguieron días de mutismo obligatorio sumergida en el trabajo y en la escritura nocturna. Navegaba en el relato de parajes que nunca había visitado mientras la protagonista descubría el boleto de regreso de su voz. Y mientras pasaba mi pesadilla.
Seguí aferrada a Dios; el Señor de Barbita. Con mi rabia y mis miedos. Pero ahí estaba. Mi asidero.También al mar de palabras, que me daban el sosiego que siente uno al nadar debajo del agua. Y como siempre, aferrada a Juan Ángel, al lado siempre con nuestro peludo Pepe. Decidimos contarle al resto de la familia hasta saber la identificación exacta del invasor.
El Doctor Armando es como el Steven Spielberg de la oncología. Sabe exactamente dónde van los cables, las señas, las rutas. Ha caminado tantos años sobre los tumores que puede indicar con certeza el camino a seguir sin importar la complejidad del cáncer. No hay adornos. No hay dureza. Hay certidumbre en lo cierto. Y claridad en lo incierto.
Antes de ir a mi cita con el dr. Armando, y con la patología en la mano, decidí pasar por la peluquería. Sin importar cual fuere la noticia iría guapa aunque fuera para mis adentros. Esperé minutos eternos en un mutismo expectante mientras él digitaba y revisaba cada dato. Los marcadores. Los niveles de azúcar. Los glóbulos blancos. Los rojos. Los términos indescifrables.
De pronto, su mirada serena y su voz.
Mira, si uno tuviera que pedir un cáncer, aunque uno nunca lo pide, pediría este. Creo que está en una etapa temprana. Suspiré con lágrimas en los ojos. Todo lo sabremos con los resultados definitivos de la cirugía. ¿Y cómo será la ruta? En máximo dos semanas, te van a hacer una cirugía para extirpar el tumor; como estamos en medio de la navidad, los resultados definitivos te los darán en enero; Y en febrero te encuentras conmigo para radiología. Después de esto, lo más probable es que tengas un tratamiento con pastillas durante 5 años. Debes ir a hablar con este médico -lo escribió en un papel-, te voy a recomendar inmediatamente, y me vas contando cada paso.
Estás en una etapa muy temprana. Lo cuál es muy bueno. Pero hay que actuar rápido. Con prisa y sin pausa, dije. Sí señora, con prisa y sin pausa. Un abrazo inmenso. Una lágrima. ¿Sabes? Le voy a dar a esto su justa importancia, ni más ni menos, sólo la que se merece; hasta me corté el pelo. Me parece muy bien, así debe ser.
Todo fué tal como lo dijo Armando. Y se cumplió con el abrigo permanente de mi madre, mis hermanos, sobrinos, y Juan Ángel.
Hoy hace 1 año del diagnóstico. Acabo de terminar dos semanas de exámenes infinitos para el seguimiento anual. Me reencontré con el médico de la biopsia inicial; Ema, si veo algo que me preocupe, preocúpate. ¿Por ahora? nada me preocupa.
Y aquí sigo. Con la certidumbre de lo cierto. ¿Lo demás? ¿Quién lo sabe?
Vuelta canela. La de celebrar.
Por Rosarita