P: La Ruta de la Seda del siglo XXI, el proyecto impulsado por China para reeditar los antiguos intercambios comerciales entre Asia y Europa, ¿qué puede aportar al comercio mundial? ¿La participación de España está pendiente?
R: Como otros países de la UE, España está pensando qué va a hacer todavía. Fundamentalmente, por la presión de EE UU, a quien no le interesa que el proyecto salga adelante. Y creo que es una de las causas por las que nos encontramos en la actual guerra comercial entre Estados Unidos y China.
P: ¿Por qué?
R: Al final, la nueva Ruta de la Seda supone un clarísimo desafío de Pekín a la hegemonía estadounidense y hay muchas presiones por parte de este país a sus países aliados, entre ellos, los europeos, para que no acepten esta oferta.
P: Y usted, ¿cómo ve esta situación?
R: Creo que es un error. Desde mi punto de vista, Europa debería resistir esas presiones que provienen de la Casa Blanca y no tener miedo a depender de China, como con las redes 5G. Al final, Europa va a depender del país asiático, pero este también va a necesitar a la Unión Europea. En este contexto, la Ruta de la Seda es un daño colateral de la crisis comercial entre las dos potencias, porque lo que hay es un problema de hegemonía económica. Si cogemos el balance comercial entre China y EE UU de los últimos años, hay un claro superávit a favor del gigante asiático.
P: ¿Qué impacto tiene este pulso para España y Europa?
R: Están siendo víctimas. No olvidemos que EE UU es nuestro sexto mercado mundial y China es el noveno. En España, no sé si como consecuencia de las convulsiones políticas de los últimos tiempos, pero lo cierto es que estamos teniendo ciertos síntomas de cansancio exportador. Además, hay determinados productos a los que EE UU les ha subido los aranceles por la política proteccionista de Trump, como la aceituna negra. El siguiente sector va a ser el vino. Estas medidas son propias del siglo pasado.
P: A nivel global, ¿qué impacto puede tener la crisis comercial?
R: Para la propia economía china es un lastre. Las previsiones económicas hablan de un crecimiento el próximo ejercicio del 6%, cuando hace años era de dos dígitos. Y si la economía de China, que ha sido la abanderada de la globalización, pierde fuelle, eso afecta al resto de los mercados. Porque los chinos son los principales compradores de deuda de muchos países. Son los que han apoyado a los emergentes y eso tiene sus consecuencias. Pero también va a perjudicar a EE UU por su política proteccionista. Es un país netamente importador. Es el más consumista del mundo y no lo puede producir todo.
P: Pero eso supone un descenso del consumo interno, ¿no?
R: El hecho de que se restrinja un producto extranjero supondrá un descenso del consumo. Ya lo hemos visto con Huaewi.
P: ¿Cómo cree que se resolverá este veto al sector tecnológico?
R: Después de dar un paso adelante, Trump dio uno atrás. Ha visto las posibles consecuencias y ha dicho voy a pensarlo. No deja de ser un problema. Para Estados Unidos, China supone un problema de liderazgo, sobre todo con la Administración Trump. Y la única respuesta que ha tenido es subir aranceles.
P: ¿Y qué frenaría la actual escalada entre las dos potencias?
R: Se aminoraría esta crisis si tuviéramos una UE más fuerte y unida. Pero, ahora, estamos en una situación débil que favorece a ambos países en su pulso.
P: Y España, ¿qué debe hacer?
R: Articular medidas alternativas diferentes a la pura venta de productos, como una instalación permanente, constituir una join venture… O entrar productos a través de México o Canadá.
P: Pero si también ha subido los aranceles a México… R: Esa es una guerra que se lanza indirectamente para poder justificar una política de inmigración que quiere implementar con México.
P: ¿Europa será la próxima diana arancelaria de Trump?
R: Creo que los siguientes seremos nosotros.
Diario Información. Lunes, 3 de junio, 2019.