Nada es Absoluto

Acciones: Certamen Literario

Siempre se me ha dado bien escribir, muy a mi pesar, mejor que hablar, normal, es mucho más sencillo cuando no hay ojos que te miran ni te juzgan ni lloran.

Porque eso sí que es duro, hacer llorar a la gente que quieres.

Recuerdo que fue una de las primeras cosas que pensé cuando me diagnosticaron Cáncer de Mama.

Así empezó mi aventura, el 15 de Octubre de 2020 en una revisión rutinaria.

Mi ginecólogo tras una exploración decidió que me hicieran una ecografía del pecho derecho (no podían hacerme mamografía porque todavía estaba dando pecho a mi bebé de 16 meses, contradicciones de la vida, por un lado, mi pecho daba vida a mi hijo y por otro lado, a mi podía quitármela) para descartar que ese bulto que llevaba allí semanas, incluso meses me atrevería a decir, no era otra cosa que un bolo de leche.

Me citaron desde el Hospital de Navarra a las 2 semanas aproximadamente y ese mismo día lo supe, lo que iba a ser una ecografía rutinaria se convirtió en una extensa ecografía seguida de una mamografía (asumiendo todos los riesgos para la lactancia) y un volante para hacer una punción al día siguiente a las 8 de la mañana.

12 días después el médico nos lo confirmaba.

¿¿Qué se siente cuando te dicen que tienes CANCER?? Si así, en mayúsculas.

Un jarro de agua fría, un mazazo, la vida te pasa por delante de los ojos, luz al final del túnel, miedo, dudas, enfado, frustración, por qué a mí, ¿y ahora qué?

A partir de ese momento, ese gran desconocido sentimiento llamado MIEDO te atrapa, se te mete dentro y
sale por todos y cada uno de los poros de tu piel y lo que es peor, es contagioso, muy contagioso y se ve, se
siente, diría que hasta se huele por todos los lados durante esos largos días de pruebas, consultas y sobredosis de información.

Porque pone tu vida y la de las personas que te quieren al revés.

Yes que llega un punto en que haces tantos viajes y pasas tantas horas recorriendo esos eternos pasillos que te sientes como en casa.

Tocas tantas puertas, te sientas en tantas sillas y te acuestas en tantas camillas que hay ocasiones en las que incluso me atrevería a decir que te sientes cómoda, protegida y cuidada.

Porque, aunque las estadísticas digan que la tasa de supervivencia es de un 84%, el miedo te dice que un
16% no sobrevive, y aunque los médicos te digan que los efectos de la quimio pueden no ser tan duros
como pensamos, el miedo te hace verte incapaz de hacer nada, muy deteriorada físicamente y hundida anímicamente.

Y es que no estamos preparados para pensar en el dolor y mucho menos en la muerte, no nos educan para afrontar que somos mortales.

Yo nunca había tenido miedo, no soy una persona miedosa, en ocasiones hasta demasiado poco diría yo y hoy puedo decir que creo que es la peor sensación que he tenido. Y si a ese miedo la añadimos la incertidumbre, se me encoge el alma solo de recordar esos días. Hoy es el día que he aprendido a vivir con él, porque no se pasa, solo se aprende a llevarlo.

Hoy doy fe de que puedes ser de ese 84% y también de que la quimio deja hecha polvo sí, pero son unos días y luego recuperas la fuerza y la ilusión, y yo sigo con el mismo peso y con el mismo pelo y mi estado de ánimo cada día es mejor, porque voy a ganar esta batalla y cada día falta menos.

Todos, absolutamente todos los días me acuerdo de ti, de nosotras, del buen equipo que hacíamos… siempre había estado orgullosa de mi pecho la verdad, máxime cuando fue lo que alimentó a mi bebé durante 17 meses, momento en el que tuve que cortar por lo sano.

Alimento, chuchería, medicina, calor, frío, apego, vicio, gustico… Si cierro los ojos todavía puedo sentir el hormigueo de su pequeña boca en mi pezón. Era increíble ser capaz de dárselo todo de una manera tan sencilla. Era increíblemente feliz…

Pero de pronto un tumor sé instaló en una de ellas y pasó de ser una fuente de vida a mi peor enemigo, mi verdugo.
Creo que no fui consciente de lo que suponía hasta aquel día en el hospital en el que frente a un espejo me
vi por primera vez, ese sin duda ha sido y será uno de los momentos más duros de mi vida, pero a la vez un
momento feliz porque junto con el pecho se habían llevado también mi tumor, mi cáncer… Era el peaje que tenía que pagar… caro peaje.

También hay algo que he aprendido, hay que tener calma y paciencia y sobre todo no tener grandes aspiraciones. No todo es como te lo cuentan, cuando acabas los tratamientos no te sientes pletórica, estás asustada, millones de preguntas se agolpan en tu cabeza, ¿y ahora qué?

Tenía entendido que una vez llegado este momento todo sería de color de rosa, me sentiría como si hubiera vuelto a nacer, estaría pletórica y las ganas de vivir se me saldrían por los poros… pero no…

¿Será que no habrán pasado los suficientes? será que sigo teniendo miedo? será que el poso es tanto que todavía se me atraganta?

No sé cuál es el motivo, pero la vida sigue y como bien he dicho antes, no se olvida, se aprende a vivir con ello.

Y el tiempo va pasando, y por lo menos ya no te sientes CULPABLE, porque quien haya pasado por un proceso similar sabrá que aunque parezca increíble pasa y lo que es peor… se siente… y es que, además de estar enferma, de no tener fuerzas ni ganas de hacer nada, de estar acojonada, sentirte hundida y apaleada, además de todo eso,te sientes CULPABLE. sí, CULPABLE con mayúsculas.

Recuerdo que cuando salí de la consulta del cirujano que me confirmó que tenía Cáncer, una de. las preguntas que más me rondaba la cabeza era cómo se lo iba a contar a a todas esas personas que quiero y me quieren, pero sana!!!

Nadie de mi alrededor se merecía una noticia así.

No quería tener que hacerles pasar por esto. Yo quería que cuando vieran mi nombre en su teléfono esbozaran una sonrisa siempre, no quería que sufrieran, y sobre todo no quería ser vo la culpable de ese
sufrimiento… me reitero en que sé que puede parecer un pensamiento absurdo, incluso ahora que lo estoy verbalizando me parece una locura, pero así era, si hubiera podido pasar por todo esto sin hacer partícipe a nadie y sobre todo sin provocar ni una lágrima lo hubiera hecho, lo hubiera hecho sola.

Así que dejarme que os pida perdón , Intentaré no volver a daros otro disgusto.

Y de paso gracias, sin vosotros no hubiera sido lo mismo.

Yo no soy la misma y mi cuerpo tampoco. Ahora es momento de seguir, coger aire y respirar porque tengo
otra oportunidad y tengo que volver a ser la disfrutona que fui o incluso más. Ya no quiero, ni necesito, ni
me gustan cosas que antes si lo hacían y por el contrario necesito abrir nuevos horizontes, probar cosas nuevas y darle la oportunidad a aquello que antes no hice.

Así que aquí estoy, una vez más, esperando que llegue ese tren que me llevara aesa «nueva vida» de la que todo el mundo habla y que no sé por qué motivo yo no acabo de pillar.

Es el momento de retomar todo eso que tuve que dejar a un lado cuando esta tormenta se instaló en mi vida y la puso toda del revés.

«Nada es absoluto. Todo cambia, todo se mueve, todo gira, todo vuela y se va»

Arkadi Estabolite